Visto en El Plural. Su autor es Gustavo Vidal. 
Sin discusión,  definitivo, inapelable…corregir las estupideces que excreta Esperanza  Aguirre constituye una gesta superior a los doce trabajos de Hércules.  Si hace poco se columpió alabando “el milagro económico irlandés, un  ejemplo a seguir en España”, ahora acabo de leer sus referencias al  “anticlericalismo masónico” de Zapatero. No albergo demasiadas  dudas de que esa sandez sobre la masonería la ha tomado de sus lameculos  mediáticos. A continuación, veamos cómo esos individuos fabrican sus  injurias. 
Por lo general, las calumnias contra la masonería se  construyen mediante medias verdades arrancadas de su contexto, omitiendo  lo positivo que la Institución haya aportado a la Humanidad. A su vez,  cualquier comportamiento particular reprobable de un masón se exacerba,  imputa y extiende a toda la organización masónica. Obviamente,  este proceder no puede resultar más sectario pues las personas nos  componemos de muchas facetas (conservadores, progresistas, monárquicos,  republicanos, socialistas, liberales, religiosos, ateos, etc.) y nuestro  actuar se produce por el impulso de todos los ricos aspectos de nuestro  ser. Pero, ante hechos censurables, la tergiversación biliosa de los  antimasónicos se centra en la condición masónica de quien los haya  cometido, como si esa persona solo fuera masón y no actuara en base a su  condición de político, pastor protestante, escritor, científico, etc.  Posteriormente, y basándose en ese caso particular, vociferan: “La  masonería, culpable de…”.  Por el contrario, si un masón descubre  la penicilina (Alexander Fleming), frena y derrota a Adolf Hitler  (Winston Churchill y F.D. Roosevelt), consigue el voto femenino (Clara  Campoamor), desentraña los misterios de la neurología (Ramón y Cajal) o  cosecha Premios Nobel de la Paz como es el caso de Henri Dunant,  fundador de la Cruz Roja, o del pastor evangélico Albert Schweitzer…  entonces la condición masónica del personaje se omite y, huelga decirlo,  la masonería nada tiene que ver.  En otras ocasiones la  mendacidad antimasónica acude a temas sensibles, como el del aborto.  Cuando unos masones o algunas logias—siempre a título individual—apoyan  la interrupción voluntaria del embarazo, se rebuzna desde medios  conservadores y en grandes titulares: “La masonería promueve el aborto”.  Pero cuando todo un masón presidente de gobierno (el uruguayo Tabaré  Vázquez) veta y prohíbe el aborto, los publicistas antimasónicos se  “olvidan”. Es normal, la verdad estropea muchos prejuicios y perjudica  las economías alimentadas mediante la injuria y la doblez. Sin  otros objetivos que beneficio económico, afán de notoriedad y sublimar  fanatismo y penosos complejos, las lenguas y plumas de los antimasónicos  preconstituyen un cuadro espeluznante de la masonería. Todo vale: desde  grandes desastres de la Humanidad a conspiraciones mundiales o locales,  pasando por cualquier episodio morboso. Acto seguido, tejen encajes de  bolillos para conectar como sea a la masonería con esos acontecimientos.  Para ello picotean en diversas fuentes, tomando fragmentos de lo que  interese y rechazando lo que contradiga la idea previa. Algo así como  escribir una “Historia general del catolicismo” centrada en los casos de  pederastia, la Inquisición y los escándalos vaticanos. El resultado, en  cualquier caso, es un collage horripilante, tendencioso y patrañero  pero que proporciona buenas ventas entre la multitudinaria grey de los  crédulos y los papanatas. No me ha extrañado, por tanto, esta  última memez vomitada por la condesa Esperanza Aguirre. Pero,  afortunadamente, la masonería es una escuela filosófica centenaria cuyos  valores de tolerancia, razón, amor a las artes y las letras y  fraternidad, han repelido a fanáticos e intolerantes mientra han atraído  a personajes como Mozart, Ramón y Cajal, G.K. Chesterton (fervoroso  católico, por cierto, señora Aguirre), Kemal Atatürk, Blasco Ibáñez,  Winston Churchill, Mark Twain, Antonio Machado… Sí, una  Institución honorable, admirada en las grandes democracias…repudiada y  perseguida por dictadores como Stalin, Franco o Hitler. Un microuniverso  de reflexión, placidez, encuentro e intimidad, al cual, con la frente  muy, muy alta, me honro pertenecer. Dentro de unos años, la  masonería continuará siendo una institución amada y respetada  universalmente. En un ambiente de hermandad, seguirán concurriendo  hombres y mujeres (clericales y anticlericales, de izquierdas y de  derechas, blancos y negros, jóvenes y viejos…). Y entonces la  condesa Aguirre solo será recordada, entre breves referencias, como una  política local, parlanchina, conspiradora, ambiciosa y traicionera, que  accedió turbiamente al poder y se mantuvo un tiempo mediante una infame  manipulación informativa, prácticas mafiosas y reparto de prebendas.  Algunos añadirán que “defendía el neoliberalismo ya en desuso que tantas  injusticias y quebrantos provocó en todo el planeta”.  De los autores antimasónicos… ni Dios se acordará. 
Gustavo Vidal Manzanares es jurista y escritor Blog de Gustavo Vidal Manzanares
Puede que algún masón se defina en el anticlericalismo, pero lo histórico y lamentable es el potente "antimasonismo clerical"
ResponderEliminar