Este blog es, en realidad, un Bloc de Notas, donde apunto todo lo de interés que encuentro. Soy un masón nacido en Madrid. Aquí está, pues, mi hoja de ruta, donde consulto, entre muchos otros, el blog de Javier Otaola, de Ascensión Tejerina, Masonería Siglo XXI, La Gran Logia Simbólica Española, Pensamiento Masónico, El Observador Masónico, El Masón Aprendiz.. Actualidad Masónica y todo aquello que cae en mis manos, que no es poco. Mi objetivo, nada original: un camino ético donde encontrar sentido a una vida que, en este Siglo XXI, se antoja oscura y medieval en sus instintos, por mucho que nos quieran decir lo contrario. Soy progresista y agnóstico. Creo en la libertad individual y en la igualdad y la solidaridad, como focos para caminar. MD.

lunes, 6 de diciembre de 2010

La masonería, Zapatero y la condesa Esperanza Aguirre

Visto en El Plural. Su autor es Gustavo Vidal.
Sin discusión, definitivo, inapelable…corregir las estupideces que excreta Esperanza Aguirre constituye una gesta superior a los doce trabajos de Hércules. Si hace poco se columpió alabando “el milagro económico irlandés, un ejemplo a seguir en España”, ahora acabo de leer sus referencias al “anticlericalismo masónico” de Zapatero. No albergo demasiadas dudas de que esa sandez sobre la masonería la ha tomado de sus lameculos mediáticos. A continuación, veamos cómo esos individuos fabrican sus injurias.

Por lo general, las calumnias contra la masonería se construyen mediante medias verdades arrancadas de su contexto, omitiendo lo positivo que la Institución haya aportado a la Humanidad. A su vez, cualquier comportamiento particular reprobable de un masón se exacerba, imputa y extiende a toda la organización masónica. Obviamente, este proceder no puede resultar más sectario pues las personas nos componemos de muchas facetas (conservadores, progresistas, monárquicos, republicanos, socialistas, liberales, religiosos, ateos, etc.) y nuestro actuar se produce por el impulso de todos los ricos aspectos de nuestro ser. Pero, ante hechos censurables, la tergiversación biliosa de los antimasónicos se centra en la condición masónica de quien los haya cometido, como si esa persona solo fuera masón y no actuara en base a su condición de político, pastor protestante, escritor, científico, etc. Posteriormente, y basándose en ese caso particular, vociferan: “La masonería, culpable de…”.  Por el contrario, si un masón descubre la penicilina (Alexander Fleming), frena y derrota a Adolf Hitler (Winston Churchill y F.D. Roosevelt), consigue el voto femenino (Clara Campoamor), desentraña los misterios de la neurología (Ramón y Cajal) o cosecha Premios Nobel de la Paz como es el caso de Henri Dunant, fundador de la Cruz Roja, o del pastor evangélico Albert Schweitzer… entonces la condición masónica del personaje se omite y, huelga decirlo, la masonería nada tiene que ver.  En otras ocasiones la mendacidad antimasónica acude a temas sensibles, como el del aborto. Cuando unos masones o algunas logias—siempre a título individual—apoyan la interrupción voluntaria del embarazo, se rebuzna desde medios conservadores y en grandes titulares: “La masonería promueve el aborto”. Pero cuando todo un masón presidente de gobierno (el uruguayo Tabaré Vázquez) veta y prohíbe el aborto, los publicistas antimasónicos se “olvidan”. Es normal, la verdad estropea muchos prejuicios y perjudica las economías alimentadas mediante la injuria y la doblez. Sin otros objetivos que beneficio económico, afán de notoriedad y sublimar fanatismo y penosos complejos, las lenguas y plumas de los antimasónicos preconstituyen un cuadro espeluznante de la masonería. Todo vale: desde grandes desastres de la Humanidad a conspiraciones mundiales o locales, pasando por cualquier episodio morboso. Acto seguido, tejen encajes de bolillos para conectar como sea a la masonería con esos acontecimientos. Para ello picotean en diversas fuentes, tomando fragmentos de lo que interese y rechazando lo que contradiga la idea previa. Algo así como escribir una “Historia general del catolicismo” centrada en los casos de pederastia, la Inquisición y los escándalos vaticanos. El resultado, en cualquier caso, es un collage horripilante, tendencioso y patrañero pero que proporciona buenas ventas entre la multitudinaria grey de los crédulos y los papanatas. No me ha extrañado, por tanto, esta última memez vomitada por la condesa Esperanza Aguirre. Pero, afortunadamente, la masonería es una escuela filosófica centenaria cuyos valores de tolerancia, razón, amor a las artes y las letras y fraternidad, han repelido a fanáticos e intolerantes mientra han atraído a personajes como Mozart, Ramón y Cajal, G.K. Chesterton (fervoroso católico, por cierto, señora Aguirre), Kemal Atatürk, Blasco Ibáñez, Winston Churchill, Mark Twain, Antonio Machado… Sí, una Institución honorable, admirada en las grandes democracias…repudiada y perseguida por dictadores como Stalin, Franco o Hitler. Un microuniverso de reflexión, placidez, encuentro e intimidad, al cual, con la frente muy, muy alta, me honro pertenecer. Dentro de unos años, la masonería continuará siendo una institución amada y respetada universalmente. En un ambiente de hermandad, seguirán concurriendo hombres y mujeres (clericales y anticlericales, de izquierdas y de derechas, blancos y negros, jóvenes y viejos…). Y entonces la condesa Aguirre solo será recordada, entre breves referencias, como una política local, parlanchina, conspiradora, ambiciosa y traicionera, que accedió turbiamente al poder y se mantuvo un tiempo mediante una infame manipulación informativa, prácticas mafiosas y reparto de prebendas. Algunos añadirán que “defendía el neoliberalismo ya en desuso que tantas injusticias y quebrantos provocó en todo el planeta”.  De los autores antimasónicos… ni Dios se acordará.
Gustavo Vidal Manzanares es jurista y escritor Blog de Gustavo Vidal Manzanares

1 comentario:

  1. Puede que algún masón se defina en el anticlericalismo, pero lo histórico y lamentable es el potente "antimasonismo clerical"

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