Visto en El Plural.com
En estos días, la prensa y los blogs - sobre todo, los de derechas - comentan la muy reciente elección, en Asamblea celebrada en Palma de Mallorca, de un nuevo Gran Maestro de la Gran Logia de España (GLE), que es la federación u obediencia masónica que cuenta con mayor número de miembros y de logias locales en el país (unos 2200, contando a los no nacionales aquí afincados). El nuevo presidente de esa asociación, creada en 1982, se llama Óscar De Alfonso Ortega y es un todavía joven abogado penalista valenciano.
La desinformación imperante sobre las diversas asociaciones masónicas existentes en España - fruto de los cuarenta años de fanática represión franquista y de la propaganda difamatoria que la acompañó y no ceja - se percibe en la falta de documentación de los reporteros al redactar las noticias y realizar las entrevistas que, a salto de mata, leemos en nuestra prensa. Y es la que solemos llamar “de izquierdas” la más reacia a tratar de este tema, no por no querer salir del armario, sino porque el armario fué tan incómodo que quedó prácticamente deshabitado hace tiempo...
Por eso, creo que en estos días resulta oportuno un comentario que compense las inexactitudes - mayoritariamente sandeces - que se lanzan desde los medios nacional-católicos casi diariamente. El primer fallo consiste en dar por sentado que la Masonería, que surgió en el siglo XVIII y que se halla presente en las más diversas latitudes del mundo, es una institución monolítica en su estructura y autoritaria en la aplicación de determinados principios, al modo de ciertas religiones. Parece que, para algunos, lo que diga un masón en Washington o en Londres equivale o representa lo que pueda decir otro en Paris o en Madrid (aunque por aquí se diga muy poco). Es algo que está lejos de ser cierto, a pesar de que se suela subrayar con énfasis una supuesta unidad fraternal masónica que se reduce, de hecho, a mera y noble aspiración utópica.
Me remito a las declaraciones hechas por Óscar De Alfonso tras su elección como Presidente o Gran Maestro de la GLE. Si el reportero de ABC.es no ha omitido o añadido nada, habría que entender que para ser auténticamente masón (en España o en cualquier otra parte) es preciso ser varón, mayor de edad, “creer en un Ser Supremo” (se llame como se llame, porque “un ateo no puede ser masón”) y ser admitido por unanimidad de votos en una logia de las llamadas “regulares”, refiriéndose a la regularización que administrada, mediante reconocimientos diplomáticos, una asociación masónica británica llamada Gran Logia Unida de Inglaterra.
Con semejante declaración de principios resulta paradójico que el bueno de D. Óscar De Alfonso pretenda vender su idea como propuesta de “cambio generacional” (sic) a los españoles del siglo XXI, ya bastante escamados como para poder entusiasmarse con un planteamiento que lo primero que trae a la mente es una forma de vaticanismo pseudolaico. Aunque sea legítimo defender las propias convicciones, no es jugar limpio hablar de cambios sin exponer nada nuevo.
Lo cierto es que en el mundo y en España existen otras corporaciones masónicas - que no dependen de la Gran Logia Unida de Inglaterra ni del ámbito de influencia angloamericana - cuyos valores se atienen al espíritu de evolución y progreso del Siglo de las Luces, manteniendo la capacidad de adaptación a tiempos y lugares que exigen siempre los principios universalmente válidos. El tipo de masonería que nos presenta ahora el Presidente-Gran Maestro de esa corporación española es el que resultó de la fusión, en 1813, de las dos organizaciones existentes en la Inglaterra políticamente antibonapartista de aquella época y no el de la primera Gran Logia (la fundada en 1717) ni el de las masonerías latinas, que se distinguieron por su defensa de la laicidad y la oposición a los dogmatismos de todo orden, respetando las convicciones íntimas de sus miembros en lo religioso y en lo político.
Tal vez espere el Sr. De Alfonso poder ejercer ahora mayor atracción sobre algún sector concreto de españoles (podemos imaginar cuál), pero es muy dudoso que lo logre a escala nacional haciendo referencia a creencias religiosas que excluyen a los ciudadanos “no-creyentes” en dioses y no reconociendo como tales masones a mujeres y hombres encuadrados en otras corporaciones masónicas nacionales e internacionales muy arraigadas.
Querer aplicar el concepto religioso de ortodoxia-heterodoxia, al referirse a las corporaciones masónicas existentes o que vayan a existir en el futuro, equivale a ignorar que ha sido siempre la defensa del pensamiento libre el mejor argumento constructivo de la Masonería. Algunos periodistas deberían tenerlo en cuenta al entrevistar para informar.
Amando Hurtado es escritor y licenciado en Derecho
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